Las temperaturas altas se hacen esperar, pero los vinos elegidos para este verano 2023 ya están acá
Los favoritos para hacer frente a los días calurosos son los blancos y rosados, pero a lo largo de esta nota, te vamos a invitar a explorar otras opciones, iguales de frescas y ligeras
¿POR QUÉ BLANCOS Y ROSADOS?
Para comprender qué hay detrás de la respuesta, abordaremos diferentes factores que influencian en la percepción de frescura y todos ellos se explican a través de la interacción que existe entre las papilas gustativas/ receptores olfativos y la temperatura:
– Temperatura vs acidez: la acidez es el componente principal de la “sensación de frescura” en un vino. Cuando hablamos de un vino “fresco” solemos hacer referencia al equilibrio entre el nivel de acidez y el cuerpo o volúmen del vino (aportados por el alcohol y los taninos). En este caso, la acidez se suele percibir más elevada a menor temperatura.
– Temperatura vs alcohol: el alcohol es percibido por las papilas gustativas como una sensación táctil, generando calor y peso (principal componente del cuerpo o volumen de un vino). Al bajar la temperatura, la sensación del alcohol disminuye sensiblemente, haciendo percibir al vino “más ligero”:
– Temperatura vs aromas: este es el segundo de los factores limitantes de la temperatura, ya que los aromas que percibimos en todos los vinos son compuestos volátiles. Los ésteres volátiles (aromas florales–frutales), propios de los vinos blancos, en general son de alta volatilización aún a baja temperatura, mientras que los monoterpenoles, los aromas especiados, los aromas provenientes de la madera y los alcoholes superiores, propios de los vinos tintos, en cambio son de baja volatilización y están en poca cantidad. Los vinos blancos se beben refrescados, porque si los servimos más calientes, al aumentar la temperatura aumenta un poco los aromas frutales pero mucho más aumenta la percepción del alcohol y éste los termina tapando, ya que son más débiles en intensidad.
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¿Y CÓMO INFLUYEN LOS TANINOS?
Los taninos son los responsables de la sensación táctil de astringencia en el vino y gustativamente se los percibe con un sabor amargo. Como la interacción en esta ocasión, se da a la inversa (a menor temperatura, mayor es la percepción de los taninos) es acá donde se encuentra uno de los principales factores limitantes en la temperatura de servicio de los vinos, para no potenciar su efecto secante y amargo:
Tintos (16º-18º): mayormente contienen gran cantidad de taninos, por el contacto con las pieles en los vinos jóvenes y los que tienen paso por madera incrementan su carga tánica con taninos propios del roble.
Rosados y tintos ligeros (14º-16º): la menor concentración de taninos en estos estilos permite que puedan ser bebidos a menor temperatura, procurando los “efectos de frescura” mencionados anteriormente.
Blancos (9º-12º): prácticamente no poseen estructura tánica más allá de la aportada por la madera, en los casos de los blancos con crianza o estilos con maceraciones prolongadas (por ejemplo, los naranjos), por lo que son ideales para el servicio a baja temperatura.
¿Y SI ME GUSTAN LOS TINTOS, NO PUEDO DISFRUTAR DEL VERANO?
¡Nada de eso!
Existen muchas opciones de tintos de cuerpo ligero a medio que, por su carácter frutal y la baja concentración de taninos, los hacen perfectos para disfrutarlos a 1 o 2 grados menos de lo que el manual indica.
A este tipo de vinos, tanto los podemos identificar por la cepa, por ejemplo Pinot Noir (jóvenes) o Criolla, como por el estilo de su vinificación. Es este último caso el de KARMA Malbec Maceración Carbónica: la técnica de elaboración de este vino permite obtener un vino con alta concentración de color y aromas a fruta roja fresca y baja concentración de taninos, combinación que, como vimos más arriba en la nota, resulta ideal para potenciar la sensación de “frescura”.
Así que ya sabés, en este arranque de año, además del protector y la sombrilla, que no te falte tu vino de verano.
